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A las nueve y media de la noche
se acabo la misa
a ti, humilde e inofensivo
no te quemaron.
de lado a lado caminábamos
era un alivio que pudiésemos tener una casa a la qué volver,
infelizmente relajados,
aunque no nos fuera conveniente.
Si yo fuese
juez, ni siquiera habrías
tenido que presentarte aquí
con celo y previsión,
no teníamos reparo
en entusiasmarnos por la muerte de otros.
Por despecho
si algo te pasara
yo seria tu verdugo
añadiría mas leña a la hoguera, para qué
a las nueve de la mañana siguiente
todo estuviera acabado
pero yo no soy autor
de esta historia
ni tu eres un bien cristiano
y por ello,
esta el pueblo hoy
repleto de gente
viendo como te pudres.
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